samedi 19 juin 2010

Paris, à la Gare Montparnasse

El billete de tren de Paris a Bayonne fue reservado casi desde que decidimos hacer el camino, pues no puede dejarse para última hora. La hora de salida del tren nos obligó a un madrugonazo fastidioso. Un viaje tiene sus reglas, y no se juega con ellas. 03h45 de la madrugada. El barrio dormía mientras nosotros nos agitábamos con la preparación del desayuno, responder par de mails a la velocidad de la luz, chequear todos los documentos y bajar silenciosamente las escaleras enceradas de mi edificio, que chirrean cuando caminamos normalmente, qué podíamos esperar al bajar dos bicicletas enmaletinadas, y volver a subir y bajar con el resto del equipaje. Del 59 de mi calle al metro, la fatiga fue vencida por el aire fresco de la tranquilidad parisina. Ni un alma en la calle, y ya eran las 05h30 de la mañana. Dos agentes de la RATP comenzaban a preparar su jornada. Pedimos abrir el portillón para pasar con las bicicletas en sus bolsos y fue como si agrediéramos a la empleada. Digamos que estaba de mal carácter, como buena parte de los agentes de la RATP, que olvidan las reglas de cómo trabajar con el público. Tomamos el primer tren que hace parada en La Fourche. Felizmente no venía atestado como otras veces a esa hora. Luego las escaleras, el pasillo y otra vez las escaleras para llegar al nivel de la Gare de Montparnasse. Para evitarnos troques de última hora, nos presentamos a una empleada joven para preguntarle si nuestra carga y par de bicicletas todo estaba en regla. Asintió la muchacha y fue entonces que respiramos. La Gare bullía a esa primera hora de la mañana. Faltaba que fijaran en las pantallas, el andén de nuestro tren. ©eW&cAc

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