mardi 29 juin 2010
A Veiga de Valcarce (río Valcarce)
De Pereje a Vega de Valcarce, tres nuevas pautas
Al salir de Pereje, el elemento verde del paisaje nos envuelve, y nos envuelve la sombra de las copas de los árboles que bordean el camino. Atravesamos Trabadelo con sus viejísimas casas de madera y piedras a uno y otro lado de la ruta. La pizarra es reina de los techos que se confunden a veces con los muros y las casas enseñan galerías de factura modesta. El templo de San Nicolás, con su espadaña y doble campanario en el segundo cuerpo es del s.XVII. Cerrado. Alcanzamos La Portela y pasamos de largo, lo que no impide que nos tomemos dos segundos para fotografiar su iglesia, muy parecida a la de Trabadelo, con portal apizarrado de factura reciente, contrariamente al templo, erigido en el XVII. Igualmente cerrada. Kilómetro y medio más lejos, siempre sombreado y fresco el camino, alcanzamos en el ascenso, otra minúscula localidad: Ambasmestas. Salvo que la espadaña es más pequeña, la iglesia de San Pedro es similar a las dos anteriores, e igualmente cerrada, lo que impidió que viéramos su altar churrigueresco. ©eW&cAc
Pereje (paraje recóndito) Perexe

Villafranca del Bierzo [Vilafranca do Bierzo]
Dos ríos confluyen en esta localidad berciana de la provincia leonesa y donde se habla gallego. Vetusta y solariega, Villafranca se nos presenta a esa hora en que los ciclistas para seguir pedaleando han de detenerse para comer y recuperar fuerzas. El reposo lo encontramos en una ribera del Burbia, verde, soleada, la tranquilidad del sitio acompañada de ese ronroneo perenne del agua buscando horizontes lejanos. Villafranca es término de jornada calixtina. Para nosotros, pauta, sellado, reposo temporal y curiosidad patrimonial. Pasamos frente al Castillo de Villafranca, construido en el s.XVI por Pedro de Toledo. Antaño fue blanco de ingleses y franceses durante la guerra por la independencia. Hoy es el remanso doméstico de un notable compositor. Por una cuesta empedrada subimos a la románica Iglesia de Santiago Apóstol. Abierta sólo en Años Santos, tuvimos el privilegio de visitarla. Hacemos la Ruta Jacobea en Año Santo, y eso nos llena de satisfacción. En un recodo, el albergue de peregrinos en un antiguo hospital del Camino. El conjunto urbano que integra la iglesia es rico y sobrio. Un aire conventual envuelve el lugar. También de tranquilidad. De regreso a la ruta, el ambiente cambia por completo.
Es día de mercado, o de mercadillo. Paisanos, campesinos, locales y gitanos anuncian la mercadería, ofrecen, gritan y dan un toque festivo que se extiende en un buen tramo en lo que nos parece casi la salida de la localidad. A la derecha en nuestra dirección, el Convento de los Padres Paúles e Iglesia de San Nicolás el Real, del s.XVII. La iglesia, de una sola nave en cruz, sigue el modelo jesuítico, las capillas hornacinas se comunican entre ellas. Los tramos están separados por pilastras toscanas. En un ejercicio de paralelismo, diríamos una reproducción del Escorial. Más abajo, pero a la izquierda, en el recodo que nos lleva al Burbia, la Colegiata de Santa María de Cluny. El edificio es de origen benedictino, el monasterio fue erigido en el s.XII, pero los vestigios de la antigua abadía son casi inexistentes. Su antiguo esplendor decayó con la ruina del peregrinaje. En el XVII se transforma en colegiata. Impresiona por su monumentalidad que le confiere un aire de basílica romana renacentista. La orilla del Burbia nos espera, y nos espera el Camino, en pedaleo ascendente por una suave garganta entre altos montes. ©eW&cAc