dimanche 27 juin 2010

El páramo como paraíso del peregrino



Mientras nos alejamos del cinturón urbano que aloja pueblos camineros, polígonos industriales y el aeropuerto de la capital leonesa, vamos entrando en otro mundo, también golpeado por la modernidad pero con mucho menos ruido y ronroneo de motores. Entramos en áreas del páramo, una palabra ausente del vocabulario geográfico cubano y que siempre invadió mis fantasmas personales. No hay páramos en la isla, nuestra isla. Y sólo como apellido evocaremos la palabra, aquellos que se hayan sumergido en el realismo mágico de la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo. Años más tarde, viviré mi primera sensación paramera en aquellos que envuelven los alrededores de Quito. Hay algo de invisible y cautivador en los páramos. Así pensaba, cuando la señal me hizo frenar y poner los pies en tierra. Acabábamos de llegar a Villadangos del Páramo, etapa para muchos, pauta y sellado para nosotros, en el albergue municipal de peregrinos. Pedaleo por el pueblo, ocre, tristón, con su iglesia de Santiago, blanqueada con cal salvo su espadaña de doble arquería y campanas, a la cual está adosada una torre, huérfana de cigüeñas. Elie, algún problema? Mira que estamos a 326 km de Santiago! Pas du tout, je regarde le chemin sur la carte! Très bien, lieutenant, si l’on se perd c’est ta faute. ©eW&cAc

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