dimanche 27 juin 2010

De Mulas a leones, sin olvidar a las vacas…



Desde Hontanas, está previsto hacer una revisión técnica de las bicicletas, además de cambiar, imperativamente, el porta equipajes de la mía, pues si hasta ahora hemos rodado sin dificultad, más allá de Astorga, los desniveles comienzan a tomar importancia, y tanto las cuestas como los descensos se tornan peligrosos con una parrilla inestable. En Mansilla, a la que llegamos sábado en la tarde y dejamos domingo en la mañana, era impensable encontrar un atelier de reparación abierto. Hice el amarre lo mejor que pude y cruzamos el Esla por su viejo puente. El horizonte leonés no está lejos, pero el cinturón urbano que envuelve la capital provincial donde haremos la primera pausa de la etapa es angustioso. Pasamos de zonas agrícolas a caseríos colgados de los ejes viales, y de los caseríos a zonas industriales con su cuota de nuevas urbanizaciones, ríos y canales. Un tramo que para los peregrinos que caminan como para los que pedalean, se convierte en pesadilla a lo largo de veinte kilómetros. Atravesamos Villamoros, que respiraba el aliento matinal de sus vacas y luego Villarente, o Puente Villarente, como indican las señales,todavía dormido a esa hora del domingo. Canales irrigando los maizales, con aguas regaladas por el Moro y el Porma. Al cabo de unos kilómetros, en un abrir y cerrar de ojos, apareció y despareció Arcahueja. Valdelafuente, con sus casas adosadas, de nueva factura, golpeada por el ruido de la N-601. Al cruzar el río Torío, resoplamos. Hemos pasado de la aglomeración periférica al núcleo urbano. Pero, estamos solamente en la puerta de León, para llegar al centro, camino queda por elegir. ©eW&cAc

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