samedi 3 juillet 2010
Gentes del camino
Peregrinos
Santiago, dédalo de callejuelas…
…y a cada paso un muro, una puerta, una fachada, un edificio a contemplar, un interior a escudriñar. Hice un aparte a la huella de San Roque en la ciudad compostelana. Necesitaría el triple de mi tiempo para echar a volar el recuerdo y escribir en este camino virtual todo aquello que resulta interesante a los ojos de un peregrino, ávido de historias, y de piedras que la sostengan. El trazado urbano que nos lleva a la catedral, y luego perderse en el laberinto de calles, es, sin exagerar, un museo viviente. Evocadores nombres de calles, y entre ellos, aquel que me hace recordar a nuestra ciudad, la ciudad de Marta: Santa Clara. En la Rúa de Santa Clara, dos conventos, el convento do Carme, y el de Santa Clara. Capillas, iglesias, seminarios, conventos y monasterios, al final de una travesía, en el recodo de una “praza”. Parques y plazas. Hemos disfrutado de la Praza do Obradeiro, de Praterías, da Inmaculada. Otras de pasada, algunas sin detenernos: la plaza de Galicia, Roxa, do Toural, la de Cervantes, y da Quintana. El patrimonio santiaguino es un largo inventario de nombres e historia. Una ciudad a no faltar, si se tiene tiempo y la curiosidad los empuja hasta el embrujo. Las casas, palacios y plazas, lo descubrirán si hacen el camino hasta la casa de Santiago. Les muestro algunas fachadas de edificios religiosos. ©eW&cAc
La ciudad compostelana y San Roque
La catedral de Santiago de Compostela
La Compostelana
Apenas diez y ocho minutos de marcha en ascenso desde la puerta de la oficina (Casa do Deán) hasta el nivel donde una sabia empleomanía controla la credencial y el sellado (es aquí donde quedará estampado el último sello del camino), registra al peregrino en sus ordenadores, el peregrino contesta tres o cuatro preguntas y sale del local con la compostelana en la mano, luego de haber contribuido a los gastos por su obtención. Bajamos las escaleras, satisfechos, más que de la compostelana, del camino que hemos hecho durante trece días y a lo largo de 864 kilómetros. La compostelana la llevo en mis piernas, en mis pies, en la fatiga y en la alegría, en la curiosidad, en la memoria, mucho más fuerte e imperecedera que el certificado que atesta que hicimos el camino. 2011, Año Jacobeo. ©eW&cAc
La oficina de la peregrinación
No hubo ruido de carretas. La noche santiaguina, pasó como un cometa cuyo polvo al caer nos adormeció sin que cuenta nos diéramos. Al alba escuché las campanas. Abrí los ojos y miré el cielo perlado, falto de azules y amarillo. Demasiado temprano. Mi compañero de peregrinaje duerme profundamente. Sólo el tañido de las siete, repique de campanas llamando a misa, interrumpen el debate entre Elie y Morfeo. Allez, lieutenant, c’est l’heure! Desayunamos de prisa en el mostrador del café del hostal y partimos en dirección a la oficina de la peregrinación para obtener la compostelana. La oficina abre a las 08h00. Una fila de peregrinos, unos acabados de llegar, mochilas, varas y botas que atestiguan fango del camino. Otros, como nosotros, frescos como lechugas. Al lado de la oficina, un local propone a los peregrinos de guardar bolsos y mochilas pagando un euro. Estilo aeropuerto, los bultos son bien chequeados, en previsión de atentados, atentar contra quién, contra qué? La paranoia del terrorismo alcanza la tranquilidad que una vez hubo, y qué yo aprecio aún, en el lugar santo. La fila no se mueve, y siguen llegando peregrinos. Reconocemos algunos rostros. Incluso el del peregrino que nos pidió le hiciéramos una foto y que a su vez nos fotografió en la borne del alto de Barreira. Lo saludamos. Se sorprende. Se le sube esa insolencia y altanería de la que a veces transpiran los españoles. Nos dice que no nos conoce. Cierto, no nos conoce, sólo reproduce ese acto de sentirse agredidos, y como mucha gente hoy día, borran todo contacto humano de sus cerebros. Le refrescamos la memoria, justo para hacerlo sentir mal, asiente, “buen final de camino”, le espetamos, y le damos la espalda. La fila comienza a moverse. Los peregrinos como piezas de un tablero, buscan su cuadrante, su lugar, el término del camino traducido en papel y convertido en importante engranaje empresarial… ©eW&cAc