samedi 3 juillet 2010

La Compostelana




Apenas diez y ocho minutos de marcha en ascenso desde la puerta de la oficina (Casa do Deán) hasta el nivel donde una sabia empleomanía controla la credencial y el sellado (es aquí donde quedará estampado el último sello del camino), registra al peregrino en sus ordenadores, el peregrino contesta tres o cuatro preguntas y sale del local con la compostelana en la mano, luego de haber contribuido a los gastos por su obtención. Bajamos las escaleras, satisfechos, más que de la compostelana, del camino que hemos hecho durante trece días y a lo largo de 864 kilómetros. La compostelana la llevo en mis piernas, en mis pies, en la fatiga y en la alegría, en la curiosidad, en la memoria, mucho más fuerte e imperecedera que el certificado que atesta que hicimos el camino. 2011, Año Jacobeo. ©eW&cAc

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