vendredi 2 juillet 2010

Paseo nocturno alrededor de la catedral






O Patrón está a dos pasos de la catedral. A un costado del Parador de los Reyes Católicos. Un mundo de gente. Todos peregrinos, o casi todos. Apreciamos el espectáculo de luces, con fondo musical de La Peña, instalada en el soportal de un inmueble con frente a la explanada. Disfrutamos de ese abejeo de peregrinos que han guardado botas y varas. Ambiente de ciudad. Terrazas a tope, cafés y restaurantes llenos. El Apóstol Santiago ha bendecido las arcas de esta ciudad gallega. Tampoco nosotros nos pasaremos de una cena merecida salpicada de de un Rioja de crianza viejo de tres años. Ya de regreso a nuestro hospedaje, el manto azul se ha tornado negro somnoliento. Las bicicletas duermen tranquilas, convencidas que también a ellas les llegó el reposo. ©eW&cAc

La entrada a Santiago de Compostela


Así de corto, Santiago. Medio escondido el cartel entre la vegetación. Yo me esperaba el Santiago de Compostela sin economías de cartel. Una foto más para el álbum de nuestro camino. Santiago, solo nos resta atravesar la urbe y llegar a la catedral. Se hace camino al andar. Anduvimos como una media hora rodando hacia el centro. Creo que es un tramo que se dificulta por el hecho de llevar a la mano la bicicleta. Divisamos las torres con sus agujas de la catedral. No ha habido puesta de sol. El gris ha querido envolver el cielo durante la caída de la tarde. Una mujer nos interpela proponiéndonos apartamento a dos pasos, baño compartido. Insiste. Nos da su número. Otros peregrinos apresuran el paso. La mayoría ha quedado a las puertas, en el Monte de Gozo, y madrugarán para alcanzar la catedral temprano en la mañana. Los hospedajes que vamos encontrando en el laberinto de calles compostelanas, anuncian completo. Un peregrino inunda de música el fondo de la catedral. Un señor nos pone una tarjeta en la mano. Quedan habitaciones, nos dice. Lo seguimos. Un mesón-hospedaje en la calle de las carretas. Comienzan a encenderse las lámparas del alumbrado público. Entramos en O Patrón. La chica nos registra y nos sella la credencial mientras colocamos las bicis en el patio. Nos instalamos en nuestra chambre. La habitación da a la rúa de las carretas. Esperamos que no sean muchas y que al rodar no hagan ruido. El cielo compostelano es de un azul nocturno que incita a pasearnos bajo su manto. Podemos relajarnos y decir, hemos realizado el camino. ©eW&cAc.


El Monte do Gozo (Monxoi)






Subir la cuesta que nos conduce a San Marcos nos hace transpirar inopinadamente, la temperatura es casi fresca, y saludable en la altura. Pueblo o barrio? San Marcos y el Monte do Gozo, son casi uno. El pueblo dormita a pesar del abejeo de peregrinos que van llegando, solos, a tres o cuatro, en grupos o en masa. Muchos pernoctarán en el Centro Europeo de Peregrinos con su capilla de factura moderna. Monxoi. El entorno es feo, da deseos de huir, de no mirar atrás. En lo alto del monte, a 379 m, el monumento construido por la visita de Juan Pablo II. Descendemos y entramos en la capilla de San Marcos. Sellamos nuestras credenciales, y éste será el último sello antes de pisar Santiago de Compostela. ©eW&cAc


A Lavacolla






Seguimos rodando hasta entrar en otro núcleo poblacional. Lavacolla es un burgo aislado convertido en barrio de la ciudad. La parroquial, a la que se accede por una escalinata, fue construida en 1840. La fachada, un poco tristona, es de factura simple, termina con frontispicio triangular, cortado para dar paso a un pedestal desde el cual se alza la torre campanario, que por su esbeltez, imprime un toque urbano al sitio, rodeado de un inmenso camposanto. Las casitas del burgo parecen pinturas en un cuadro natural, donde el azul de fondo del la concha jacobea agiganta el amarillo…©eW&cAc




En la puerta de Santiago




A la salida de Amenal, el camino asfaltado pasa por debajo de la N-547. Atravesamos Cimadevila y rodamos hasta el Alto de Barreira donde confluyen la N-547 y la N-634 y se convierten en la A-54. El Alto de Barreira no sube más que a 360m, justo como para fatigarnos un poco antes de saborear el gozo de una jornada trepidante y mojada. San Paio. Aparece la capilla rodeada de construcciones que conservan la arquitectura popular de Galicia. Nuestra senda contorna el aeropuerto y nos lleva a Lavacolla. Un grupo de peregrinos va llegando al mismo tiempo que nosotros. Una casa de piedras con hermosa galería gallega se impone en el sendero. Es Porta de Santiago, una casona convertida en hospedaje de lujo. Calma alrededor de la casa, rodeada de un parque arbolado. Silencio por el sendero. Humedad en el aire. Falta poquísimo… ©eW&cAc

O Pedrouzo




Una vez almorzados, seguimos la ruta que nos lleva a Santiago. Aparece O Pedrouzo, los campos mojados, los techos de los nuevos inmuebles enrojeciendo el paisaje. Oh, Pedrito!, nada espectacular eres en este final de peregrinaje! En medio de un campo, cuya siembra no acabo de saber qué era, un hórreo cuadrado sobre nueve pilares, conservando el enmaderado y con techo a cuatro aguas, cubierto de tejas francesas. Por una calle a la izquierda, rodamos hasta una iglesia levantada en pleno campo. La iglesia es Santa Eulalia de Arca. ueremos sellar la credencial, pero el templo está cerrado. En los patios de las casas pastan ovejos. Regresamos a la nacional. Entramos a una cafetería con muebles design, como si estuviéramos en Paris o en Londres, tomamos un café y sellamos. Arca u O Pino. Guía, mapa y carteles no se ponen de acuerdo. Sólo sabemos que estamos a 17 kilómetros de Santiago de Compostela. Un cartel de carretera anuncia Amenal y tomando una senda a la derecha, Castrofeito. Un ciclista alemán detenido en el borde de la carretera. Lo saludamos. Y buen camino! El tramo que nos lleva a las puertas de Santiago está casi terminado, una pista asfaltada bordeada de pinos y eucaliptus, ruta desolada, como si los únicos peregrinos fuéramos nosotros… ©eW&cAc


O Empalme, menú peregrino







Pasada la una de la tarde, tres gotas cayendo sin disciplina y con la humedad calándonos los huesos, paramos en un sitio en el que se cruzan caminos. Un empalme. Unión y crucero. Crucero a secas. Ambiente agitado. Peregrinos. Viajantes. Camioneros. Nosotros. Todo el mundo se apresura para sentarse en algún sitio del mesón. Con bandera a la entrada. Los jamones colgados. Del bar mostrador, el olor de café se expande por el mesón, se une al alcohol, al olor seco de los jamones. O Empalme! Fina llovizna. ©eW&cAc