vendredi 18 juin 2010

La elección de la bicicleta…

Si bien yo estaba metido en la elección de la bicicleta, o mejor dicho, dando apoyo logístico a mi amigo en la búsqueda de la misma, la elección toda concernía a Elie. Así empezó la mañana del viernes junino. Tomando el desayuno Elie me dijo, “ya está decidido, la compraré en Holland Bikes”. Fue la segunda tienda que visitamos. La tienda está en el boulevard Lefebvre, en el 15 arrondissement. Allá nos fuimos en la línea 13 del metro hasta la Porte de Vanves.. Sin embargo, una gran duda nos incitaba a apearnos en Montparnasse, la estación desde la cual quitaríamos Paris al día siguiente. Y es que la gran duda concernía en cómo montar las bicicletas en el tren. La información en el sitio de la SNCF no es nada fantástica, y me pregunto por qué no son más claros en esas cuestiones. Mencionan únicamente que la bicicleta debe llevarse en una “housse” (www.velo.sncf.com ) de 120 x 90 cm, la rueda delantera desmontada. Un dolor de cabeza si tenemos en cuenta que la housse ideal para nosotros, es una ligera protección plástica, y la que debíamos comprar, -una verdadera valija, nos agregaba casi cinco kilos de peso a portar en el camino. Hecha la gestión, continuamos en la línea 13 y en la Porte de Vanves montamos el T3 que es el confortable tramway que une Pont de Garigliano con la Porte d’Ivry. Abrimos la tienda a la par que lo hacía el responsable de la misma, Jens Schröder, un holandés simpático y que le sabe un mundo “aux vrais vélos hollandais” como dice la pub de www.hollandbikes.com Nos bastó par de horas para ponerle cabeza al muñeco y salir de la tienda con la bicicleta comprada. Fuimos con la Gazelle a nuestro lado, hasta la estación del metro, impensable meterla en el tramway, y mucho menos subirla al metro parisino, no estamos en Berlín, ciudad que me gusta porque la bicicleta tiene un espacio como los mismos berlineses en el metro. Falta mucho para que las autoridades de la régie parisina de transportes se de cuenta de aquello que puede ser bueno para los que usamos bici en ciudades como Paris. Así que, Elie bajó al metro y yo estrené su bicicleta pedaleando de sur a norte por la capital. La Gazelle, una maravilla, confortable, hermosa, agradable de conducir. Era mediodía cuando se conocieron la Gazelle d’Elie y mi Gitane. Un silencio de rayos y ruedas se impuso, y al final se toleraron. Desde entonces andarían juntas durante muchos días. Almuerzo verdulero con cerveza y café etíope. Y el resto de la tarde, los detalles, el equipamiento, las alforjas, una pata para mi Gitane, timbre, espejo retrovisor, los porta mapas, los maillots btwin, cuissards, kways corta vientos, un casco nuevo, cámaras de repuesto y nada de buscar aquí, allá y al otro lado de Paris, no había tiempo!, y en la avenida Wagram, a dos pasos de la casa tenemos un Décathlon (http://www.decathlon.fr/velos-route.html), y allí compramos todas las necesidades, además de darnos un salto a Darty para comprar una cámara manuable para usar durante el peregrinaje. Bueno, una cámara chica pero a la medida de una persona exigente como Elie. Yo decidí llevar mi Fuji, poco práctica mientras uno pedalea, pero excelente si freno y hago zoom! Zoom al match, me dijo Elie, cierto, ya yo había olvidado los menesteres televisivos del Mundial de football. Cena improvisada, citas anuladas, llamadas por hacer, los teléfonos sonando sin parar, y yo me pregunté, pero qué tanta algarabía puede traer la víspera de un viaje proa al peregrinaje más importante del mundo cristiano? Simplemente, amigos y familias querían también estar al tanto de los preparativos finales, darnos apoyo, desearnos un “buen camino, peregrino”, y eso se agradece infinitamente, sobre todo porque al final de la tarde comenzó el cielo a nublarse de dudas, la Gitane lloriqueando porque las alforjas eran demasiado pesadas para su parrilla y la Gazelle, cabizbaja, adolecía de fuerte inseguridad en el manubrio. Monta y desmonta, desmonta y vuelve a montar. Dudas, y más dudas. Par de telefonazos a Jens, y pasada medianoche el silencio se apoderó del apartamento en espera de cuatro alarmas dispuestas a tirarnos de nuestras camas aunque quisiéramos seguir en franco embeleso. ©eW&cAc