mardi 29 juin 2010

Columbrianos y Fuentesnuevas








Columbrianos está sobre el Camino, pero habrá que atravesar la CL-631 para alcanzarlo. Rastras y camiones. Y de nuevo rastras y camiones. Los peregrinos esperan, cruzan desde que pueden, y no vuelven la vista atrás. Tampoco lo hacemos nosotros. En lo adelante, campo y viñas, reposo a pesar del pedaleo y cero polución visual y ambiental. Nos detenemos en la iglesia de San Esteban, del XVIII, de sólida espadaña (fue reconstruida en 1948 después de derrumbarse ante la caída de un rayo) y techo apizarrado. Sobrio interior en el que sobresale un retablo barroco y las capillas de las naves laterales. Un poco más lejos, y en el mismo camino, la ermita de San Blas y San Roque. Piedra y pizarra. Pizarra y tejas como un toque decorativo sobre el negro de la cubierta. Minúscula espadaña y en un muro del edificio, pintado el camino, un crucero y un peregrino, obra de don amador Diéguez.





Aparece Fuentesnuevas, ahora pueblo y que fuera un caserío de origen medieval levantado en la traza caminera, y que respira el tufillo agradable de la tierra, de la huerta generosa. Para satisfacción del paladar, cerezas. Un hombre vende cerezas, hermosísimas, de un rojo purpurado, y riquísimas. Todos los peregrinos hacen pausa y compran. Un peregrino encuentra el reposo sobre un banco y denota fatiga. Lo saludamos y nos devuelve una sonrisa cansada y un “buen camino” ininteligible. Del s.XVII, la renovada ermita del Divino Cristo para cuya renovación usó las mismas piedras y la minúscula campana; terreno llano agradable para pedalear y disfrutar de las casas solariegas, caserones, un cierto abandono, casas balconadas, portadas, arcos, y al término del villorrio, la iglesia de Santa María, de planta rectangular con dos nidos de cigüeñas en su espadaña. ©eW&cAc





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