mardi 29 juin 2010

Río Naraya, en pleno Campo (Camponaraya)

Casi pegado a Fuentesnuevas, un pueblo berciano cuyo nombre asimilé “au pays du soleil levant”, mi entrañable Japón: Camponaraya. Por lo de “naraya” evidentemente. Y si de sol se trataba, allí se había levantado temprano, y bien alto a esa hora del día. Los de Camponaraya desayunaban mientras nosotros atravesábamos el pueblo cuya mitad de nombre se lo debe al río Naraya. Estamos en una comarca vitícola. Alguna que otra casa blasonada, techos de pizarra y ladrillos rojos cubriendo las paredes de la iglesia moderna. La torre, enladrillada, se yergue a su derecha y en lo alto, guardianas, las cigüeñas en su nido. Descubro una soberbia galería, y la guardo más en la memoria que en el aparato de fotos. Nos detenemos en un kiosco de revistas y periódicos que hace función de oficina de turismo. La empleada nos estampa la credencial y nos pregunta de dónde venimos. Otra iglesia, yendo hacia la salida, que más que edificio de culto, me recuerda los panteones familiares de los cementerios cubanos. Un crucero. Se acaba el pueblo, naraya, pero sigue el campo y verde y sembrados hasta llegar a Magaz, Magaz de Abajo (también existe el de Arriba) y que los locales insisten en que sea de Abaixo! Con un poco de aliento, transpirando o “sudando la gota gorda”, diría mi madre, avanzamos para alcanzar Cacabelos, apenas seis kilómetros en dirección de Villafranca. ©eW&cAc


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