jeudi 1 juillet 2010

Aparecen los primeros hórreos



Rodando por el “concello de Portomarín”, vamos pasando caseríos donde el hórreo[1] es rey en el paisaje. Toxibo y Gonzar son ejemplos. Por un camino a la derecha, Castromaior, con sus casas de piedra al interior de un paisaje verdeante salpicado de florecillas primaverales que hacen hermosos los bordes del camino. Más adentro, pinos erguidos sobre un lecho de exuberantes helechos. Suaves montes azulados en lontananza. Campesinos en su faena agrícola. Galicia es verde y acento armonioso. A la izquierda, la Serra de Ligonde, y en un claro del camino, una pausa más larga que lo habitual: Ventas de Narón, con su ermita de piedra rosada dedicada a Santa Madalena. Ambiente familiar y de peregrinaje a horas de descanso y almuerzo. Jinetes, ciclistas y peregrinos a pie se encuentran para un reposo merecido bajo la sombra de frondosos robles. Los peregrinos eslovenos saludan levantando sus copas de vino; las dos holandesas reflexionan mientras toman sendos cafés, la española bebe su vino mientras su hija adolescente envía mensajes desde su teléfono a los amigos, y la pareja de jubilados franceses que hacen el camino en bici, se relaja y hasta hablan y sonríen. Los efectos del camino. Nosotros acompañamos nuestro menú con una Estrella Galicia, rubia ideal a esa hora del mediodía pasado. Una vez saciado el hambre, en un recodo del camino, nos detenemos para una ligera siesta edificante. Lagartijas e insectos nos hacen coro como a dos Gulliveres. Un jubo prieto cruza el sendero haciendo eses como un borracho. Elie ronca, yo leo. El camino no tardará en abrirse ante nosotros. ©eW&cAc




[1] El hórreo es característico de Galicia y de Asturias. Es una construcción hecha de madera y mampostería, sostenida por pilares de madera y piedra. Se usa para guardar y conservar alimentos, granos y otros productos agrícolas, alejados de la humedad y de los animales, sobre todo, de ratones y otros roedores.


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