samedi 3 juillet 2010

Peregrinos

Cumplido nuestro propósito de llegar a Santiago de Compostela, como peregrinos en bicicleta, a lo largo de más de ochocientos kilómetros de senderos, calles, carreteras y de camino, evidentemente, y durante trece etapas, nos resta, habiendo dicho “hasta otra vez, Santiago”, saludar a quienes como nosotros, peregrinos, caminaron, trotaron o pedalearon bajo el mismo cielo y sol. Peregrinos en busca de espiritualidad, de silencio, como sombras fatigadas, apoyados en sus varas. Tímidas miradas, labios calcinados, cabezas gachas. Buen camino. En castellano siempre, con innumerables acentos. O simplemente un balbuceo. El peregrino ya lleva algunos kilómetros andados cuando amanece y los gallos cantan en los patios de las casas. Buen camino, y ánimo!, agregan aquellos que descubren el cansancio en nuestras piernas. Peregrinos que sonríen a mi lente. Otros que caminan al oeste, siempre al oeste, y quedan en mi recuerdo, caminando, para toda la vida… El peregrino violinista, amenizando las tardes bochornosas a la entrada de los albergues; la coreana curiosa, el barcelonés malhablado, los ingleses descalzos, aquellas dos simpáticas españolas; la francesa de la casa rural, el polaco de ojos asustados, los eslovenos ciclistas bebiendo un tempranillo a la sombra en Ventas de Narón; las madrileñas, madre e hija, haciendo otra etapa; la pareja de franceses de Nyons, también ciclistas; y el grupo de jinetes, que dejamos de ver en nuestra última etapa; y aquel gentil japonés, el encontrado en Pereje!, el trío de muchachos, los del puente romano en Valcarce, y la inglesita que subía la cuesta de Foncebadón a un ritmo magistral!, el grupo de colegiales de Andalucía, alegres y bonachones; la pareja de australianos y el brasilero; las dos americanas pasaditas de peso, sufriendo del calor y extenuadas, el coreano de paso ligero, las infatigables holandesas, café y vino en el almuerzo del mediodía!, los alemanes con quienes compartimos un café mientras esperábamos un recalmón de la lluvia; los italianos Marco y Gilberto, ciclistas y excelentes cocineros, maestros del risotto que comimos en Lorca!, el grupo de vascos y los muchachos de Lugo, bicicleteros y cordiales compañeros de ruta! A todos, gracias por haber sido parte del camino! ©eW&cAc


Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire