vendredi 25 juin 2010

Santa Clara en Carrión de los Condes

Al cabo de seis kilómetros aparece el pueblo donde naciera en el s.XIV el rabino Sem Tob, autor de Proverbios morales. Villa muy rica y apreciada en el Medioevo al punto de aparecer como villa próspera en el Calixtino. A la entrada de Carrión, a nuestra izquierda, las clarisas tienen convento y acogen peregrinos. Mucho me hubiera gustado pernoctar en el Convento de Santa Clara, más, ya las etapas nocturnas están cuasi definidas. El convento fue fundado en el s.XIII por la reina de Portugal, para acoger a monjas de Santa María del Páramo. Seguimos rodando en busca del centro, pues la pausa para almorzar estaba casi prevista en Carrión y llegamos cuando comenzaba una ligerísima llovizna. .Nos detuvimos en una plazoleta frente a la cual una cervecería anunciaba copiosos platos y raciones caseras, y el menú de los peregrinos, sitio desde la cual podíamos vigilar las bicicletas con todos los fardos. Una vez almorzados, se imponía una siesta edificante, que no se hizo esperar por parte de mi compañero de peregrinación. Elie escogió un banco en la plazoleta frente a la iglesia de Santa María del Camino, y yo reticente al pestañazo, me dediqué a diluir mi fatiga apreciando el patrimonio medieval de Carrión.


Sellamos la credencial en Santa María, que es la iglesia más antigua del pueblo. Comenzó a levantarse en el s.XII, de ahí su factura románica. Tiene una bella imagen de la Virgen de las Victorias y del Camino, que data del s.XIII, alusiva al Tributo de las Cien Doncellas y al Camino de Santiago. Por todo Carrión se levantan iglesias y ermitas, entre las que se destaca la de Santiago, ahora convertida en museo, y que figura como una de las más bellas del románico español. San Julián, San Andrés, las ermitas de la Virgen de la Piedad, la de la Cruz o aquella de San Juan de Cestillos, hacen parte del patrimonio religioso de la villa. Se cruza el río Carrión al salir del pueblo, y desde el puente Mayor, que remplazara el antiguo medieval en el s.XVI, hacia la derecha, en la cima de un altozano se levanta el santuario dedicado a la patrona de Carrión, la Virgen de Belén. Un poco más adelante, frente a una chopera inmensa, un edificio algo colosal y sorprendente, el monasterio de San Zoilo, convertido en real hospedería, y que tiene un claustro plateresco rico en bóvedas que acogen más de doscientas figuras. La flecha amarilla nos indica el camino, y sin mirar atrás, pedaleamos al ritmo del sol, menos fuerte en ese final de la tarde. ©eW&cAc

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