lundi 21 juin 2010

Larrasoaña, villa de francos…

Mientras los peregrinos franceses alojados en El palo de Avellano ironizaban y preparaban su jornada etapa, nosotros sacamos las bicicletas del salón, atamos las alforjas y después de balbucear todos “buen camino”, emprendimos nosotros el nuestro. La ruta era en descenso y el frescor matinal nos golpeaba el rostro. Pasamos Urdániz [Urdaitz] sin prestarle atención, quizás a causa de ganar tiempo en la bajada. Unos kilómetros más adelante, doblamos a la derecha para entrar en Larrasoaña. Sellar la credencial, pasadas las 8 de la mañana es casi imposible. En Zubiri, el albergue de peregrinos instalado en las antiguas escuelas, ya estaba cerrado, y el de Larrasaoña abriría sus puertas a las 13h30. Hicimos una pausa para visitar el pueblo, que en épocas remotas llegó a tener dos hospitales, referenciados en el Calixtino. Fue villa de francos desde 1174. Todavía conserva hermosas casas de fachadas blancas con enchapes de piedras y blasones esculpidos. No faltan balcones en hierro forjado, balcones alados imitando pérgolas, que como los aleros de las casas, están ricamente trabajados. La iglesia de San Nicolás todavía muestra su pasado gótico. Ancho campanario sobresaliendo de la planta aportalada, cubierta de tejas como el techo de la torre. Nada excepcional Larrasoaña. A la salida del pueblo entramos en la Casa Sangalo, que es bar y pensión, y pedimos que no sellaran la credencial. ©eW&cAc


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