mercredi 23 juin 2010

Monasterio Santa María la Real de Nájera






Mientras esperábamos la apertura del monasterio, nos posicionamos en la barra de un café a dos pasos del inmueble. Un segundo “petit déjeuner”, que nos mantuviera en pie y los pies sobre los pedales, en una jornada que se suponía larga. También en la barra, una chica que tomaba su desayuno. El garçon del café, sin perder el hilo del partido de foot en la tele situada en lo alto de una pared, muy amable. Una sombra se movió con cautela, y al pasar una segunda sombra, descubrimos que una colonia de gatos tomaban el sol frente al monasterio. Ni la sombra de otros peregrinos en el silencio matinal de Nájera. Cuando se abrió la puerta del monasterio, a las diez de la mañana, entramos las bicis y nos convertimos en dos sombras silenciosas recorriendo las galerías del claustro. ©eW&cAc

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